CIRCE                                                                                                           por Verónica Leija

 

 

Se anunció la muerte de Doña Otilia Ramírez, la famosa poeta y comunicóloga mexicana. Esta logró mantener en resguardo su vida privada y de cualquier evento público a Alicia su única hija, sin embargo, la muerte de Doña Otilia era un misterio, se desconocía el motivo y los detalles. Alicia había estado con Doña Otilia por última vez, creía que ese momento formaría parte del sigilo del que le hablaba su madre.

Se lanzó a la cama exhausta, se limpió las lágrimas secas de toda la noche, tomó otro periódico del altero que aún le quedaba sobre el escritorio y leyó: “Doña Otilia Ramírez (1942-2023), poeta y comunicóloga poseedora de una habilidad cálida para tratar a las personas”.

Alicia lo sabía, el modo en que publicaron la muerte de su madre iba acompañado de palabras amables, de ritos mortuorios con acentos alegres hacia la vida y muerte de la mujer. Estaba resuelta a hablar, pero le supuraban las dudas. ¿Y sí se portaba como la última ministra directora de la corte de justicia de su país que plagio su tesis? Tal vez podría construir el escrito copiando algunas palabras de Mario Vargas Llosa o a la escritora norteamericana Madeline Miller cuando Circe renuncia a su hijo. Pero el poema de Mary Oliver le vino a la mente, parte de él:

Cuéntame tu desesperación y te contaré la mía.
Mientras tanto, el mundo sigue.
Mientras tanto, el sol y los guijarros cristalinos
de la lluvia avanzan por los paisajes,
las praderas y los árboles frondosos, las montañas y los ríos.

Podría relatar simplemente que su madre había sido valiente al criarla sola, única en su especie, capaz de escribir un cuento mientras ella se comía las uñas escuchando la historia. Que lograba quedar como una diosa maquillándose con una mano mientras golpeaba la mesa para alertarla de que se le escurría la comida de la boca. Contarles como la hacía vocalizar enérgicamente para que se le quitara el tono gangoso por su defecto de nacimiento y poder concursar cada año en los eventos de oratoria en la escuela. Debería decirles quizá que aun con la presión de la sociedad su madre trabajó de noche llevando a Alicia con ella para reunir el dinero para su primera operación de labio leporino. O presumir de la última entrevista que le hizo a Juan Pablo Escobar, el hijo del famoso narcotraficante, donde alude que la familia puede ser muy mala, los padres los peores criminales, sin embargo, agradecer. La clave es dar las gracias, se lo decía su madre, aceptar que Helios era un padre déspota que solo veía su propio poder y liderazgo ante Zeus y su hija Circe debía reconocer sus fallas y recluirse en la isla, defenderse sola.

Alicia no quería convertir a su madre en Circe, pero lo había sido, una hechicera en todo momento. Tomó la hoja de papel membretado que le dieron los de la Secretaría de Comunicación, era la única hija de la escritora y la apropiada para redactar un reconocimiento a la vida de Doña Otilia.

Cuento mi desesperación contándote mi historia. Encontré a mi madre en el baño, -espacio de la casa al que no había entrado en años- vestida aun con su pijama, sentada dentro de la tina entre las plantas que ahí connotaban. Una enredadera de teléfono colgaba del techo hasta la tina, una hiedra había tapado con delimitación perfecta las cuatro paredes arriba de la bañera, dos patas de elefante y una Cuna de Moisés. Creí que estaba durmiendo, últimamente se había recetado unas pastillas para conciliar el sueño, seguido se quedaba dormida cuando iba a visitarla. Tal vez tomaba el remedio muy tarde y le hacía efecto hasta en las mañanas. La llave del lavabo goteaba, el cepillo de dientes aun tenía la pasta esa para dientes sensibles que mamá usaba. Le retiré el cabello de la cara y no se movió, el color de sus mejillas había desaparecido, ella siempre chapeteada y rozagante, me quebró verla así. Descubrí que no estaba dormida, que el olor a jazmín aun llegaba del cuarto. Cerré la llave despacito, tape la pasta y saqué las plantas de la tina. La acomodé y cubrí con su bata de baño, apagué la vela con aroma a jazmín que ella prendía para ponerse a escribir y entonces descubrí su historia.

Mientras el sol entraba por la ventana, escuché a los pájaros en la fuente que todos los días era lavada y llenada con agua por mi madre. Ella decía que las aves necesitan agua limpia y fresca para beber y bañarse y que además de disfrutar el baño limpiaban su plumaje para desaparecer los parásitos y después salir a volar.

El recinto del canal de televisión del estado se encontraba lleno, los asistentes escuchaban en silencio a la hija de la poeta mientras leía su escrito, aunque su voz se entrecortaba por el llanto, Alicia retomaba la lectura dirigiéndose a los presentes. Se escuchó la puerta del salón, Alicia junto con algunos de los presentes vieron entrar a un hombre alto, apuesto, de tez blanca y con una cicatriz en el labio superior.

Alicia lo miró y se enjugo las lágrimas, tomo un largo sorbo de agua que no había tocado desde que empezó a leer; respiró hondo y siguió leyendo.

El éxito de mi madre estoy segura de que se debía a esos pájaros que se bañaban en la fuente. En sus poemas, en sus entrevistas, en su ayuda a los demás reconocí su fortaleza y su sabiduría para alejar los parásitos.  Ella supo salir a volar, me llevó junto con ella y en su última historia me he enterado de que mi padre no había muerto antes de nacer, se había ido. Pero también que tendría la facilidad de reconocerlo si me lo encontraba…

El público se empezó a mover en sus asientos cuando Alicia detuvo la lectura y miro al hombre sentado en la última fila, algunos se giraron a observar. El hombre bajó la cabeza y Alicia prosiguió ya sin el papel de lectura en la mano.

No se equivocó. Como tampoco se equivocó Juan Pablo Escobar en agradecer a su padre por haberle dado la vida. Hoy les agradezco sus muestras de cariño y su presencia para despedir a mi madre Doña Otilia Ramírez y le agradezco a mi padre por haberme dado la vida.

El hombre que había entrado se puso de pie aprovechando la ovación del público a su hija y salió del recinto.

 

 

Written by : veronicaleija

Suscríbete a mi newsletter

Entérate de lo que hago y próximos eventos

Thank you for your message. It has been sent.
There was an error trying to send your message. Please try again later.

Promovamos el amor por la lectura

Deja un comentario