-Hola cómo estas, te hablo para saber cuándo llegas a la confirmación de mi hijo, que gusto nos da aceptaras ser el padrino.

-Joél, qué onda, voy el meritito viernes, en el camión un día antes, porque ya salgo muy tarde de la chamba.

-¡Está bien amigo!, digo ¡casi compadre! Sí alcanzas, la ceremonia será en la tarde, mi hijo y nosotros estamos felices de que vendrás a pasar unos días por acá.

—Ah, ¿recuerdas que no me decidía ir a la fiesta de Gil, resulta que es el sábado, así que ando revisando regresar el mismo viernes, estaré un poco cansado para el evento del sábado, pero así voy a las dos, ¿cómo vez?

“Ya no podré sorprenderlo con la cena del viernes, y pobre mi hijo, se quería llevar a su padrino a jugar una cascarita el sábado y también la Roberta, tendrá que guardar los chiles para otro día, ya no para el desayuno con que quería sorprender al invitado”.

—Está bien amigo, lo que tú decidad ¡está bien! nos vemos el viernes.

La prisa: necesidad o deseo de ejecutar algo con urgencia.

¿Será necesidad?, ¿será deseo? o es que olvidamos que existe la voluntad, esa que hace realidad nuestros deeso. Sí tuviera más horas el día: visitaría el parque que tengo a dos cuadras, probaría la nieve que venden en la esquina, pintaría la pared de mi cuarto que nunca me ha gustado, le preguntaría a la de la panadería que siempre me saluda amable, cuál es su nombre. Plantaría un chile rojo para preparar la salsa que me gusta, ahora sí seleccionaría las fotos de mi teléfono para borrar las que no valen la pena, aumentaría mi alegría para empezar el día, disfrutaría tener minutos extra para desayunar con mis hijos, al esconderse el sol caminaría con mi pareja en mi cuadra para cambiar el escenario del trabajo y la casa, extendería los minutos en el café o la merienda con los amigos, enumearía mejor mis prioridades; sin embargo, las horas de un día pasan a toda prisa, además de la rutina tradicional, esa que nos da una estructura “agradable” y lamentablemente, el tiempo no posee la facultad de ampliarse, las horas que tenemos, son las que hay.

Las ganas de estar en un lugar y vivirlo en toda su extensión, solo depende de nosotros, la vida de por sí sola no nos va a esperar, más sí va a pasar perdiéndote instantes que valen la pena, dejando muchos huecos, formando vacíos.

Corremos, vamos de prisa, el frío de ayer, hoy el calor, la primavera, el verano ya está presente. Rompamos el llenar lo minutos de actividades, neguémonos de vez en cuando en poner un horario a todo lo que hacemos, llevar los instantes  a momentos gloriosos, es una espléndida alternativa para ampliar el día, para creer que con la voz de un niño o el tiempo de un padrino se puede vivir, vivir sin prisas.

Verónica Leija

Written by : veronicaleija

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